SOBRE EL AUTOR

David tijerina es un NACO y un ESTUPIDO







EL GATO Y EL OSO





H abía una vez en un mundo muy, muy lejano, un bosque de fantasía perdido en el tiempo alejado de cualquier civilización. Aún en este bosque fantástico, el ciclo de la vida fluía de manera natural, y a la vez, cruel, como siempre. En este bosque habitaba un oso que era temido por los demás animales. Lobos, pumas, serpientes e incluso tigres temblaban ante su mera presencia, pues el gran oso negro siempre estaba de mal humor y tenia una mirada tan fria como el metal, mirada resaltada por sus ojos rojos prepa-rados para matar ante la menor provocación. Tal era miedo que en la cueva del oso no había ni una hormiga, araña o escarabajo que se atreviera a habitarla. Todo animal en el bosque lo odiaba, pero parecían no poder hacer nada al respecto. Ya iban 2 veces que los lobos habían intentado atacar, mas con 11 heridos y ni un rasguño en su pelaje no les quedó más que rendirse ante la idea. Aún con el oso saliendo triunfante del enfrentamiento, parecía salir menos seguido desde aquel día, aunque cada vez que lo hacía el temor que lo rodeaba se sentía con más fuerza que nunca, en especial para los pobres lobos que se ocultaban al oír sus pesados pasos. Eso fue hasta un día en el que la noche trajo a su hijo 1

consigo un hermoso gato del color de la luz de luna. Su silu-eta brillaba mientras se adentraba en el bosque de fantasía, dejando un rastro desde sus bordes hasta el corazón del bosque donde se encontraba aquella cueva y aquel oso de leyendas. Depredadores y presas vieron al gato saltar de un lado a otro con elegancia. Nadie sabía de dónde venía. Los bordes del bosque estaban sellados e intentar romperlos era inutil, no se puede romper lo que no tiene forma, mas, allí estaba el gato cada vez más profundo en el bosque. Varios depredadores habían intentado seguirlo sin éxito, parecía no tener cansancio y su velocidad no bajaba. Al final solo la naturaleza lo pudo parar, pues en aquel bosque anocheció el sonido de la lluvia que llenó los oídos del gato. Éste ágilmente buscó cubierta y fue a su lado donde encontró el hogar de la muerte.
Sin pensarlo mucho, el gato entró y empezó a caminar cautelosamente, quería asegurarse de encontrarse a salvo en esa cueva. Allí fue cuando lo encontró, el gran oso negro, la tan llamada parca de cuatro patas, este violento animal descansaba tranquilamente al sonar de la lluvia. Al comprobar que solo estaban el oso y él, el gato se tranquilizó, al no saber los tantos relatos sobre el oso este se sintió seguro y simplemente empezó a descansar en una esquina de la cueva. Mas el gato no pudo conciliar el sueño. El viento de otoño se sumaba con el frío de la cueva para congelar al po-bre felino. Buscando una solución, fue a lado de aquel oso negro que tan apasabile se veía y se acostó a su lado. Junto a el calor de su pelaje, el gato pasó tras la muralla del sueño y dejó la cruel realidad atrás, mas no se podía decir lo mis-mo del oso, quien en realidad nunca había estado dormido. Éste notó de inmediato al intruso desde que había entrado, pero su presencia le intrigaba al igual que a todo el bosque. No había entrada para visitantes en aquellos árboles que les rodeaban. El simple hecho que estuviera en el bosque lo hacía especial, pero que se encontrara dentro de aquella 2

cueva que ni el sol se atrevía a tocar lo hacía aún más. Curioso, el oso observó cómo el felino simplemente se había puesto a descansar junto a él y sin sentir peligro detrás de los ronroneos del gato, simplemente lo dejó ser. 
Esa fue la primera vez que el oso logró dormir una noche entera. Ya hace años que la pobre bestia descansaba con miedo, miedo a lo desconocido, miedo a la muertem miedo a cruzar aquella frontera que separa la realidad de la fantasía, pero aquella noche, con la ligera presencia de aquel gato logró dormir plenamente, sintió como el cansancio de mil días se iba con un suspiro en su despertar y al mirar su alrededor pudo notar que aquel pedazo de luna ya se había ido. Sin embargo, ésta no sería la última vez que los caminos del oso y el gato se cruzarían, todo lo contrario, pues este fue el comienzo de una rutina que pronto se formará. Cada noche el gato iría a la cueva del oso y dormiría a su lado para protegerse del frío de otoño. A la vez, el oso logra descansar gracias al ronroneo del gato. Una relación de dependencia en el que cada uno ayudaba al otro, un trato que no necesitó palabras para ser sellado, una amistad que alegró a todo el bosque, pues tras unos días el aura asesina del oso se fue disminuyendo gradualmente. Nadie sabía el porqué de este cambio, solo aquel pedazo de luna que se iba con cada amanecer. Los meses pasaron y los tiempos crueles para la naturaleza llegaron junto al invierno, la rutina de siempre se había mantenido con el paso de los días, pero fue esa noche cuando la muerte volvería a llenar aquella cueva.  Aquella noche el gato volvió a seguir el camino hacia la cueva del oso, pasando como una sombra de noche por la ausencia que trae la luna nueva. Al llegar, nada parecía fuera de lo usual. El oso se encontraba acostado en el mis-mo sitio que siempre y el viento de invierno acercó al gato hacia él, fue allí cuando el gato notó de inmediato el cambio funesto. 3

El corazón del oso, sus latidos, estos no se lograban escuchar. El gato pronto intentó despertar a su amigo, tratando que este se aferrara a su vida. Se empezó a oír un latido. Este era lento y disminuía en velocidad. El gato siempre guardaba la calma pero no pudo evitar alarmarse e intentar de todo para salvarlo. Tras ver que sus intentos no lograron nada, decidió recurrir a los otros animales del bosque. En aquella noche ausente de luna se escucharon maullidos constantes, estos comunicaban un mensaje que pronto se descifró, pero a la sorpresa del gato, nadie parecía pretender ayudar a curar a su amigo, mas las noticias no se ignoraron. Esta sería la oportunidad perfecta, el último intento. Con la intención de pasar sus últimos momentos a su lado, el gato volvió a la cueva y se envolvió en el pelaje del oso de la misma manera en la que siempre lo hacía. Un fin pacífico para tan temida bestia. Pasaron dos días, el gato seguía yendo cada noche a contemplar a aquel oso, si seguía ahí más lento que nunca, única prueba de que su corazón y alma aun se encontraban en el bosque de fantasía. La paz del luto se vio interrumpida por fuertes sonidos en la noche. Se oía como una gran manada marchaba en dirección de la cueva. Eran lobos que buscaban la muerte de la muerte. Al escuchar las noticias del oso se corrió el rumor de que este estaba enfermo. Nunca una mejor conveniencia había dado el destino para acabar con lo que todos consideraban una maldición que perseguía al bosque. Rápidamente el grupo de lobos se reunió, pero por miedo a una posible emboscada, se tomaron su tiempo para confirmar los rumores. Tras ver al oso no salir por dos días los lobos vieron oportunidad de acción, entonces. se encontraba una manada de 12 frente a una pobre luna rota cuidando de su amigo. Imposible, el gato reconocía que era imposible la frial-dad de la realidad que lo había alcanzado de nuevo, y esta 4

vez el oso no estaba allí para llevarse ese sentimiento helado. Incluso sabiendo cómo acabaría lo que planeaba hacer, el gato no dudó ni un momento en pararse frente a los lobos, aceptando por primera vez el destino en vez de huir de él.
Lo que pasó después fue tan solo obra del ciclo de la vida, fluyendo de manera tan natural y a la vez cruel como siempre, la cueva se manchó de sangre y en el bosque no se vuelve a hablar sobre aquel día. Tras esa noche, quedaron 13 cadáveres en aquel punto muerto del bosque, 12 lobos y un pedazo de luna completamente roto. Frente a ellos se encontró aquel animal de leyendas con su pelaje cubierto de sangre y sus ojos de lágrimas plateadas.
FIN
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